miércoles, 23 de diciembre de 1998

BLANCOS Y COLORADOS

Oribe, fundador del Partido Blanco,
Rivera, fundador del Partido Colorado
Aunque parezca poco creíble, aún queda gente que escribe –o qué cómodamente transcribe- en la esperanza de que sus eventuales lectores sean ignorantes.  Tal lo que sucede con un cronista que, en los días de lobizón aparece en un diario de mínimo tiraje para, con óptica implacablemente actual –y tapándose un ojo para ver sólo una mitad- exhuma y se regodea con muertes violentas acaecidas hace un siglo y medio, las que adjudica, no faltaba más, a la sevicia de esa casta de sádicos de sus adversarios políticos, capaces hasta de hacer decapitar a una infinidad de desgraciados prisioneros. Todo, claro está, en base al arcaico truco de omitir prolijamente esbozo alguno de información que insinuare que los del bando de sus amores perpetraren similares o aún peores tropelías. Porque, inexorablemente, cuando alguien confronta esos híbridos de verso payadoresco con novelita rosa contra la contundencia de los documentos, todo el artificioso escaparate se les viene al suelo. Y como para muestra basta un botón, nos limitaremos a esbozar la ejecutoria de tan sólo uno de sus ídolos predilectos, en ese aspecto.