Vísperas de Ituzaingó. En los
fogones del ejército de las Provincias Unidas se está cocinando algo más que el
rancho de la tropa: el motín. El infatuado Lavalle, el adusto Paz, el alocado
Lamadrid, quieren deponer a Alvear, ese arrogante General en Jefe que no ha
obtenidos sus galones como ellos, a sacrificio y coraje en las duras luchas de
la Independencia. Como a su cófrade logista Pueyrredón, bien pudo decirle el
coronel Dorrego esa frase que le costó seis años de destierro: "No
recuerdo en qué campo de batalla me he encontrado con el señor
General".